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Algunos estudios sugieren que los niños que tienen dificultades en la lectoescritura pueden tener un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad.


Según la Asociación Americana de Psicología (APA), los niños que tienen dificultades en la lectoescritura pueden experimentar una serie de emociones desagradables como vergüenza, frustración, que les lleve a tener síntomas de ansiedad. Estas emociones pueden ser el resultado de una variedad de factores, como la presión para desempeñarse bien en la escuela, la falta de apoyo emocional y la comparación con otros niños que no tienen dificultades de aprendizaje. La ansiedad puede ser especialmente problemática para estos niños ya que puede afectar su capacidad para concentrarse y aprender, lo que a su vez puede exacerbar sus dificultades en la lectoescritura.




Un estudio publicado en la revista ‘’Journal of Learning Disabilities’’ en 2014 encontró que los niños que tenían dificultades en la lectura eran más propensos a experimentar ansiedad académica que sus compañeros sin dificultades de aprendizaje. Los investigadores sugieren que esto puede deberse al hecho de que los niños con dificultades en la lectura pueden sentir que se les está evaluando constantemente en el colegio, lo que puede aumentar su nivel de ansiedad.


Otro estudio publicado en la revista ‘’Behavior Therapy’’ en 2012 encontró que los niños que tenían dificultades en la lectura y también experimentaban ansiedad tenían más probabilidades de tener problemas emocionales y de comportamiento que aquellos que sólo tenían dificultades en la lectura. Esto nos indica que la ansiedad puede afectar la forma en que los niños procesan y responden a la información, lo que a su vez puede afectar a su comportamiento.





Una posible explicación para esta relación podría ser el impacto que las dificultades en la lectoescritura tienen en la autoestima y bienestar emocional del niño. Estos niños pueden sentirse frustrados, avergonzados o incompetentes lo que les lleva a sentimientos de ansiedad y preocupación por el rendimiento académico. En algunos casos, pueden incluso desarrollar una fobia escolar.


Otro posible mecanismo que puede explicar esta relación es el papel que la atención y la memoria de trabajo desempeñan en ambas condiciones. Los investigadores sugieren que los niños con dificultades en la lectoescritura tienen problemas de atención y memoria de trabajo, lo que puede afectar su capacidad para procesar y recordar información.


Es importante tener en cuenta que la relación entre las dificultades en la lectoescritura y los trastornos de ansiedad es compleja y multifactorial. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los trastornos de ansiedad pueden ser un factor de riesgo para las dificultades en la lectura, en lugar de lo contrario. Otras investigaciones sugieren que los problemas de atención pueden ser un factor común subyacente a ambos problemas.




Por otro lado, cabe destacar que no todos los niños con dificultades en la lectoescritura desarrollarán trastornos de ansiedad. De hecho, muchos niños con dificultades de aprendizaje pueden desarrollar una mayor resiliencia y habilidades de afrontamiento efectivas a través del apoyo emocional y la intervención temprana. Es necesario trabajar con profesionales de la salud mental y de la educación para proporcionar un enfoque personalizado para el tratamiento en estos niños.


Si tienes más dudas sobre este tema, no dudes en consultárnoslo.

Actualizado: 15 sept 2023

En relación al post sobre cómo me relaciono con mi pareja, nos vamos a centrar en uno de los valores importantes para que exista una buena relación. Nos referimos a la comunicación.


La comunicación es uno de los pilares fundamentales en los que se apoya la relación de pareja, por eso es importante ser conscientes del valor que damos a este aspecto y qué hacemos para mejorarlo.


Una buena comunicación se basa en establecer un buen diálogo, donde poder expresar lo que uno piensa, siente, o necesita, sea parte fundamental de un buen entendimiento. Para conseguir esto de una forma favorable, se deberá practicar la escucha activa, es decir escuchar con atención y sin interrupciones, además de hablar de forma clara y honesta, haciéndose responsables de lo que se dice y en la forma en que se comunica.



La comunicación no es trabajo fácil pues implica una serie de tareas como compartir opiniones y sentimientos, aprender a negociar, interesarse sobre el pensamiento del otro, rectificar o reparar cuando alguno se equivoca, etc. Aspectos que cuestan hacer en el día a día y si no se cuidan, pueden provocar distanciamiento en la pareja y malos entendidos, aumentando los conflictos y las discusiones.


¿Soy capaz de expresar a mi pareja lo que siento hacia él o ella?


¿Qué tipo de emociones me permito expresar a mi pareja?


¿Qué suelo señalarle, lo que me disgusta y en lo que no estoy de acuerdo? O ¿lo que admiro y me gusta?


Estas son algunas de las cuestiones que os animamos a reflexionar, puesto que, a muchas parejas, les cuesta expresar y comunicar sus sentimientos, enfados y deseos. Y aprender a identificar o reconocer las dificultades de cada uno, ayudará a poner más atención y cuidado a la hora de comunicarse.




A partir de aquí nos vamos a centrar en buscar herramientas que favorezcan el diálogo en la pareja:


- Aprender a identificar y gestionar los sentimientos propios.


- Buscar el momento adecuado para entablar una conversación.


- Intentar realizar preguntas o hablar desde cómo te sientes en lugar de hacer acusaciones, ya que estas provocan que la otra persona se ponga a la defensiva. Por ejemplo: “¿Me estás atendiendo?” o “A veces siento que no me atiendes cuando te hablo” En vez de “¡Cuando te hablo nunca me atiendes!”


- En el caso de tener que discutir sobre un tema, hablarlo en ese momento para evitar mezclar temas del pasado.


- Hablar de forma directa y clara, empatizando con la persona que tenemos al lado.


- Evitar juzgar a la persona para que no se sienta herida.


- Entender que todos somos distintos y tenemos necesidades diferentes. Esto ayudará a ser más flexibles a la hora de comprender al otro.


- Evitar usar palabras como “siempre” o “nunca”, para no hacer generalizaciones que no sean reales.


- Si hay que señalar algo que nos molesta, hablar de ese acto en concreto, evitando hacer atribuciones negativas hacia la persona. Por ejemplo: “Se te han olvidado las llaves, últimamente se te olvidan las cosas” En vez de “Se te han olvidado las llaves, eres un despistado”.


- Resaltar las cualidades buenas, hará que tu pareja se sienta bien.


- Que la comunicación verbal esté en sintonía con la no verbal.


- Mostrar interés en saber cómo se siente y está el otro.



Aprender a comunicarse es la clave fundamental para todos los ámbitos de la vida, pues gracias a ella, somos capaces de expresar nuestras necesidades, pensamientos y sentimientos, consiguiendo que los demás puedan entendernos. Gracias a esta podemos solucionar problemas de cualquier índole.

En definitiva, os animamos a reforzar y practicar la comunicación para generar un ambiente de confianza, seguridad y entendimiento, logrando así fortalecer los vínculos.

La semana pasada os hablamos del duelo y las distintas fases que presenta. En este artículo nos centraremos en cómo explicarles a nuestros hijos el fallecimiento de un familiar. Sería importante que tuviéramos alguna noción para poder hablar y explicar a nuestros hijos sobre el tema de la muerte, sobre todo en aquellos momentos en los que nos toca de cerca y por algún fallecimiento de un familiar tenemos que enfrentarnos a ella, y explicárselo a nuestr@s niñ@s.





La muerte de un familiar, de un conocido, de un@ amig@, etc tiene tal resonancia afectiva que para los adultos es un tema que incluso a veces intentamos pasar de lado por las dificultades emocionales que nos genera.

Si ya de por sí para el adulto es complicado, no hablemos cuando son los niños los que tiene que enfrentarse a ello.


Pero, ¿Cómo podemos explicar y hablar a nuestros hij@s sobre la muerte, especialmente si es de una persona significativa para éste?





Aquí os dejamos algunas claves que nos pueden servir para hacer frente a esta situación:

- Lo primero de todo, debemos buscar un sitio tranquilo en el que l@s niñ@s se encuentren a gusto y sin distractores externos.

- Lo ideal es que sean los progenitores los que expliquen qué es la muerte, o bien, alguien en quien confíen y que puedan tener libertad total para hacer cualquier tipo de pregunta. Lo importante es entender cómo colocan ellos la muerte y cómo es entendida para no generar incertidumbre en ellos y no queden dudas.

- Para que podamos explicar y hablar sobre el tema, debemos haber gestionado nuestras emociones. No es necesario bloquear lo que sentimos (todo lo contrario) se puede y es positivo expresar nuestras emociones delante de los niños, lo que no es adecuado es “desbordarse” emocionalmente y no tener ningún tipo de “contención “ emocional delante de ellos, porque si los adultos no nos podemos sostener, lo que vamos a hacer es que ellos se asusten y bloqueen sus emociones.

- Adapta el lenguaje a ellos, sobre todo adaptado a las creencias familiares con las que os sintáis más cómodos para explicarlo. El lenguaje tiene que ser sencillo y claro para no dar lugar a dudas y confusión.

- Utiliza apoyos visuales (como cuentos sobre el duelo, foto del familiar cercano…) para ir poniendo palabras y conectar con sus emociones.

- Dejar libertad al niño para que en cualquier momento pueda hablar del tema y cuando lo necesite.


L@s niñ@s tiene derecho a que les expliquemos y hablemos con ellos sobre la muerte. Si les ayudamos a entender, sentir y conectar con el proceso de duelo o con la pérdida, de adultos harán frente a estas situaciones sabiendo gestionarlas, sin temor para afrontarlo en el momento necesario.





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