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Actualizado: 15 sept 2023

El desarrollo infantil hace referencia a un proceso activo y complejo que se conforma a través de la evolución biológica, psicológica y social del niño. Son en estos primeros años de vida en el que se desarrollarán las habilidades perceptivas, motoras, cognitivas, lingüísticas y sociales del niño que le permitirán interaccionar adecuadamente con el mundo que le rodea. Es por ello por lo que realizar una adecuada estimulación temprana durante los primeros meses de vida del bebé asentará las bases para adquirir futuros aprendizajes, fomentará un correcto desarrollo de las funciones cerebrales del bebé y favorecerá la maduración de las capacidades básicas del bebé como el lenguaje, la capacidad sensorial, motriz, cognitiva, social y emocional.


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¿Qué es la estimulación temprana?


La estimulación temprana es el conjunto de actividades, métodos, estímulos y técnicas con base científica que se aplica a niños desde el embarazo hasta los seis años, con el fin de compensar o prevenir déficits en el neurodesarrollo y potenciar el desarrollo cognitivo, social y emocional del niño. Esta estimulación se inicia en el vientre materno, puesto que, será en estos primeros meses de vida en el que el bebé recibirá los primeros estímulos del mundo exterior. Estas primeras experiencias serán las que marquen su vida adulta, y, por tanto, es imprescindible realizar una adecuada estimulación tanto en el embarazo como tras el parto, para lograr un adecuado desarrollo de las capacidades, habilidades y destrezas del bebé.



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¿Cómo se hace la estimulación temprana y para qué le sirve a mi bebé?


Existen diversidad de actividades y juegos que pueden utilizarse para la estimulación temprana. Mediante el juego se desarrollan las capacidades generales del niño, favoreciendo su crecimiento intelectual y emocional y proporcionándole salud física. Esta variedad de juegos utilizados en la estimulación temprana enriquece las experiencias tempranas del bebé, desarrollando su aprendizaje y consiguiendo el mayor número de conexiones neuronales, permitiendo que estos circuitos se regeneren y funcionen adecuadamente. Es lo que conocemos como plasticidad cerebral.


A lo largo de esta estimulación se irán aplicando ejercicios, técnicas y estímulos en función del desarrollo madurativo y etapa en la que se encuentre el bebé. En los primeros meses de vida estas actividades se dirigirán a reforzar el vínculo afectivo entre el cuidador y el bebé a través de masajes y estímulos sensoriales. Los meses siguientes se destinarán a actividades que favorezcan el desarrollo psicomotor (es decir, la motricidad gruesa y fina), la autonomía personal, la capacidad atencional, el desarrollo del lenguaje y la comunicación y las habilidades que le permitan relacionarse con el entorno.


En el transcurso de estos meses de aprendizaje será imprescindible respetar el ritmo natural de desarrollo, la predisposición e iniciativa del bebé a realizar las actividades y la independencia y autonomía de este, asegurando que la estimulación sea una experiencia positiva tanto para el bebé como para el cuidador, aplicada a través del juego y del compartir. Además, siempre se priorizará satisfacer las necesidades básicas del bebé (sueño, hambre, cambio de pañal…) antes de realizar ninguna de las actividades y siempre se consultará a un profesional en caso de detectar algún indicador de retraso en el desarrollo madurativo o adquisición de alguna destreza que le corresponda por edad.


Todas las acciones y técnicas implicadas un programa de estimulación temprana deben ir siempre planificadas, consensuadas y acompañadas por un profesional (psicólogo, pedagogo, médico, fisioterapeuta y logopeda)

Algunos estudios sugieren que los niños que tienen dificultades en la lectoescritura pueden tener un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad.


Según la Asociación Americana de Psicología (APA), los niños que tienen dificultades en la lectoescritura pueden experimentar una serie de emociones desagradables como vergüenza, frustración, que les lleve a tener síntomas de ansiedad. Estas emociones pueden ser el resultado de una variedad de factores, como la presión para desempeñarse bien en la escuela, la falta de apoyo emocional y la comparación con otros niños que no tienen dificultades de aprendizaje. La ansiedad puede ser especialmente problemática para estos niños ya que puede afectar su capacidad para concentrarse y aprender, lo que a su vez puede exacerbar sus dificultades en la lectoescritura.


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Un estudio publicado en la revista ‘’Journal of Learning Disabilities’’ en 2014 encontró que los niños que tenían dificultades en la lectura eran más propensos a experimentar ansiedad académica que sus compañeros sin dificultades de aprendizaje. Los investigadores sugieren que esto puede deberse al hecho de que los niños con dificultades en la lectura pueden sentir que se les está evaluando constantemente en el colegio, lo que puede aumentar su nivel de ansiedad.


Otro estudio publicado en la revista ‘’Behavior Therapy’’ en 2012 encontró que los niños que tenían dificultades en la lectura y también experimentaban ansiedad tenían más probabilidades de tener problemas emocionales y de comportamiento que aquellos que sólo tenían dificultades en la lectura. Esto nos indica que la ansiedad puede afectar la forma en que los niños procesan y responden a la información, lo que a su vez puede afectar a su comportamiento.



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Una posible explicación para esta relación podría ser el impacto que las dificultades en la lectoescritura tienen en la autoestima y bienestar emocional del niño. Estos niños pueden sentirse frustrados, avergonzados o incompetentes lo que les lleva a sentimientos de ansiedad y preocupación por el rendimiento académico. En algunos casos, pueden incluso desarrollar una fobia escolar.


Otro posible mecanismo que puede explicar esta relación es el papel que la atención y la memoria de trabajo desempeñan en ambas condiciones. Los investigadores sugieren que los niños con dificultades en la lectoescritura tienen problemas de atención y memoria de trabajo, lo que puede afectar su capacidad para procesar y recordar información.


Es importante tener en cuenta que la relación entre las dificultades en la lectoescritura y los trastornos de ansiedad es compleja y multifactorial. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los trastornos de ansiedad pueden ser un factor de riesgo para las dificultades en la lectura, en lugar de lo contrario. Otras investigaciones sugieren que los problemas de atención pueden ser un factor común subyacente a ambos problemas.


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Por otro lado, cabe destacar que no todos los niños con dificultades en la lectoescritura desarrollarán trastornos de ansiedad. De hecho, muchos niños con dificultades de aprendizaje pueden desarrollar una mayor resiliencia y habilidades de afrontamiento efectivas a través del apoyo emocional y la intervención temprana. Es necesario trabajar con profesionales de la salud mental y de la educación para proporcionar un enfoque personalizado para el tratamiento en estos niños.


Si tienes más dudas sobre este tema, no dudes en consultárnoslo.

Actualizado: 15 sept 2023

En relación al post sobre cómo me relaciono con mi pareja, nos vamos a centrar en uno de los valores importantes para que exista una buena relación. Nos referimos a la comunicación.


La comunicación es uno de los pilares fundamentales en los que se apoya la relación de pareja, por eso es importante ser conscientes del valor que damos a este aspecto y qué hacemos para mejorarlo.


Una buena comunicación se basa en establecer un buen diálogo, donde poder expresar lo que uno piensa, siente, o necesita, sea parte fundamental de un buen entendimiento. Para conseguir esto de una forma favorable, se deberá practicar la escucha activa, es decir escuchar con atención y sin interrupciones, además de hablar de forma clara y honesta, haciéndose responsables de lo que se dice y en la forma en que se comunica.


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La comunicación no es trabajo fácil pues implica una serie de tareas como compartir opiniones y sentimientos, aprender a negociar, interesarse sobre el pensamiento del otro, rectificar o reparar cuando alguno se equivoca, etc. Aspectos que cuestan hacer en el día a día y si no se cuidan, pueden provocar distanciamiento en la pareja y malos entendidos, aumentando los conflictos y las discusiones.


¿Soy capaz de expresar a mi pareja lo que siento hacia él o ella?


¿Qué tipo de emociones me permito expresar a mi pareja?


¿Qué suelo señalarle, lo que me disgusta y en lo que no estoy de acuerdo? O ¿lo que admiro y me gusta?


Estas son algunas de las cuestiones que os animamos a reflexionar, puesto que, a muchas parejas, les cuesta expresar y comunicar sus sentimientos, enfados y deseos. Y aprender a identificar o reconocer las dificultades de cada uno, ayudará a poner más atención y cuidado a la hora de comunicarse.


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A partir de aquí nos vamos a centrar en buscar herramientas que favorezcan el diálogo en la pareja:


- Aprender a identificar y gestionar los sentimientos propios.


- Buscar el momento adecuado para entablar una conversación.


- Intentar realizar preguntas o hablar desde cómo te sientes en lugar de hacer acusaciones, ya que estas provocan que la otra persona se ponga a la defensiva. Por ejemplo: “¿Me estás atendiendo?” o “A veces siento que no me atiendes cuando te hablo” En vez de “¡Cuando te hablo nunca me atiendes!”


- En el caso de tener que discutir sobre un tema, hablarlo en ese momento para evitar mezclar temas del pasado.


- Hablar de forma directa y clara, empatizando con la persona que tenemos al lado.


- Evitar juzgar a la persona para que no se sienta herida.


- Entender que todos somos distintos y tenemos necesidades diferentes. Esto ayudará a ser más flexibles a la hora de comprender al otro.


- Evitar usar palabras como “siempre” o “nunca”, para no hacer generalizaciones que no sean reales.


- Si hay que señalar algo que nos molesta, hablar de ese acto en concreto, evitando hacer atribuciones negativas hacia la persona. Por ejemplo: “Se te han olvidado las llaves, últimamente se te olvidan las cosas” En vez de “Se te han olvidado las llaves, eres un despistado”.


- Resaltar las cualidades buenas, hará que tu pareja se sienta bien.


- Que la comunicación verbal esté en sintonía con la no verbal.


- Mostrar interés en saber cómo se siente y está el otro.


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Aprender a comunicarse es la clave fundamental para todos los ámbitos de la vida, pues gracias a ella, somos capaces de expresar nuestras necesidades, pensamientos y sentimientos, consiguiendo que los demás puedan entendernos. Gracias a esta podemos solucionar problemas de cualquier índole.

En definitiva, os animamos a reforzar y practicar la comunicación para generar un ambiente de confianza, seguridad y entendimiento, logrando así fortalecer los vínculos.

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