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Actualmente encontramos muchas noticias que nos hablan de los aumentos de casos de suicidio o intentos autolíticos en jóvenes y adolescentes durante los últimos años. Se habla de ello como la pandemia silenciosa.


En muchas ocasiones, escucharemos que los intentos de suicidio son llamadas de atención y se tiende a quitarles importancia, en especial con jóvenes y niños. Sin embargo, muchos jóvenes se autolesionan y piensan en el suicidio y la muerte porque es el único recurso que encuentran para regular sus emociones y disminuir el sentimiento de malestar a corto plazo. El quitarle importancia o no hablar de ello, supone invalidar sus emociones y negarles la ayuda que necesitan.



Dada la importancia y poca visibilidad del suicidio, hoy queremos compartiros una serie de señales de alarma que pueden ser útiles en niños y adolescentes para poder identificar si nuestros hijos necesitan ayuda. Estas señales pueden ser tanto verbales como no verbales:


Entre las señales de alerta verbales podemos encontrar las siguientes:


  • Comentarios o verbalizaciones negativas sobre sí mismo o su vida.

  • Despedidas verbales o escritas.

  • Comentarios o verbalizaciones negativas sobre su futuro.

  • Comentarios o verbalizaciones relacionadas con el acto suicida o la muerte.


Por otro lado, entre las no verbales, podemos encontrar:


  • Cambio repentino en su conducta. Este cambio puede ser un aumento significativo de irascibilidad, irritabilidad o el consumo de grandes cantidades de bebidas alcohólicas. O, por el contrario, periodos de calma y tranquilidad repentinos cuando previamente había mucha agitación.

  • Aparición de lesiones recientes en alguna parte del cuerpo.

  • Regalar objetos muy personales, preciados y queridos.



Si encontramos estas señales en nuestros hijos, es importante hablar sobre ello abiertamente y darles la ayuda que necesitan.

Conocer los mitos que existen entorno a las autolesiones o suicidios, pueden ayudar a entender mejor este fenómeno.


Los mitos más comunes que solemos encontrarnos son:


- “Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse, puede incitarle a hacerlo” “Hablar del suicidio incita a las personas a consumarlo”. La realidad es que hablar de suicidio con una persona en riesgo reduce el peligro de cometerlo y puede ser una oportunidad para que pidan ayuda.

- “Las personas que se autolesionan, sólo quieren llamar la atención, no quieren quitarse la vida”. Como hemos comentado previamente, la realidad es que las autolesiones son una estrategia no adaptativa de gestión emocional, las personas lo realizan para aliviar una situación de intenso sufrimiento y frustración. Por tanto, es importante no juzgar a esa persona, hablar con ella para identificar los motivos de la toma de esta decisión y darle un apoyo que le permita expresar sus emociones.

- “Si alguien quiere suicidarse realmente no hay nada que se pueda hacer”. La realidad es que toda persona que quiere suicidarse, no quiere morir, sino aliviar un enorme sufrimiento.

- “Sólo si tienes preparación puedes ayudar a una persona en riesgo suicida”. La realidad es que lo que una persona en riesgo suicida necesita es compañía y escucha. La OMS recomienda como principal herramienta de protección y prevención, permanecer cerca de las personas.

-” Todo el que intenta el suicidio, estará en peligro toda la vida”. Una crisis suicida tiene un inicio y un fin. Pese a que el principal factor predictor de suicidio son los intentos previos, la mayoría de las personas que lo han intentado no tienen porque realizarlo el resto de sus vidas. Se trata de una respuesta a factores contextuales.



Es importante tener presentes estas señales de alarma y mitos que existen entrono al suicidio, para poder entender y estar más cerca de estos niños, adolescentes y jóvenes.


A modo de resumen, para poder ayudar a personas que están en riesgo de conductas suicidas, es muy importante respetarles y ofrecerles nuestra comprensión para que puedan hablar y expresar todo lo que le ocurre; es decir, que puedan tener un espacio en el que no se sientan juzgados. A través de la escucha y de las preguntas podemos mostrar una actitud abierta al diálogo, sin miedo, amable, de respeto y de disposición auténtica a poder apoyarles. En ningún caso se debe criticar, discutir o desafiar las conductas de la persona que está sufriendo; se debe mantener una actitud calmada y buscar el recurso de ayuda que sea el más adecuado


Existen recursos en la comunidad que es interesante conocer para poder recurrir a ellos en caso de necesidad, aquí os dejamos los teléfonos:


Teléfono de la esperanza: 914 590 055 / 717 003 717


Teléfono del suicidio de La Barandilla: 911 385 385


Teléfono de emergencia (112 / 024)

Acudir al hospital más cercano o contactar con el especialista de referencia en caso de alto riego.



Los datos aportados muestran la preocupante situación y la gran importancia de visibilizar que, el suicidio sí está siendo una alternativa que algunas personas escogen; el apoyo social es la mayor prevención, por tanto divulguemos y conozcamos esta situación.



Tras el comienzo del curso y la readaptación a las rutinas escolares, algunos niños y algunas niñas encuentran problemas para responder a las demandas escolares. En algunos casos, se trata de problemas pasajeros que pueden ir de la mano de hábitos de estudio no adecuados y superarse con algún apoyo pedagógico o familiar, continuando con el proceso de enseñanza de manera satisfactoria.





En otras ocasiones, aparecen problemas para aprender que no desaparecen fácilmente y suponen un obstáculo en el ritmo de adquisición de contenidos del aprendizaje, pudiendo además repercutir en el desarrollo del autoconcepto y la seguridad en sí mismo del niño o de la niña.



Cuando las dificultades persisten en el tiempo, o cuando se detectan de forma inicial y repercuten de forma muy marcada en el día a día, es posible que nos encontremos con las primeras señales de alarma de un trastorno del aprendizaje.


Las personas que presentan dificultades de aprendizaje muestran problemas persistentes para la adquisición y ejecución de los contenidos escolares, que frena o enlentece el desarrollo de habilidades instrumentales importantes en el aprendizaje como la lectura o la escritura y limita el rendimiento.


Algunas de las manifestaciones que son signos de alarma son las siguientes:


* Dificultades para mantener la atención en las tareas, dependiendo con frecuencia del adulto para finalizarlas o para iniciarlas. El niño o la niña se muestra disperso o dispersa, distraído o distraída, cuando se le habla. Presenta tendencia a evitar tareas que requieren esfuerzo, ocupando gran parte del tiempo en tareas que podrían realizarse de forma más rápida y reduciendo el tiempo libre para el juego.


* Requiere que le repitan las instrucciones o las explicaciones en sus tareas escolares. Parece atender a lo que se le indica, pero le cuesta razonar o elaborar una respuesta. Nos da la impresión de que “olvida” las cosas aprendidas con rapidez.


* Lectura de palabras imprecisa o lenta y con esfuerzo. Dificultad para comprender el significado de lo que lee. Dificultades con la expresión escrita, problemas para aplicar las reglas ortográficas que va adquiriendo.


* Dificultades para manejar cantidades y operaciones aritméticas. Problemas para aplicar los conceptos matemáticos o resolver enunciados cuantitativos.




Estas dificultades afectan con frecuencia de forma significativa en el rendimiento académico. En función del grado y del tipo de dificultad, aunque se inician en la etapa escolar, pueden no manifestarse hasta que las demandas escolares son elevadas.



¿Qué podemos hacer para mejorar el aprendizaje del niño o la niña que presenta dificultades de aprendizaje?


Se puede intervenir desde diferentes perspectivas y formas de actuación, el priorizar una u otra o combinar las más relevantes, dependerá de los datos que aporte la evaluación neurocognitiva y psicológica inicial del caso, cuyas conclusiones permiten optimizar el tratamiento definiendo los objetivos específicos que subyacen a las dificultades y permitiendo focalizar las actividades terapéuticas de forma específica en los que el niño necesite.



1. Estimulación neurocognitiva: Entrenamiento de funciones cognitivas en las que se ha observado que el niño muestra un punto débil, estando retrasadas en su desarrollo. Aportación de estrategias para una buena ejecución de los aprendizajes que se van adquiriendo.


2. A través de la familia: asesoramiento y establecimiento de pautas específicas a utilizar en casa con el objetivo de lograr avances asociados a facilitar la motivación intrínseca por el aprendizaje, una adecuada autoestima y buenos hábitos en relación al afrontamiento de tareas de esfuerzo.


3. Trabajando desde la Psicopedagogía: formas de estudio, habilidades de adquisición de contenidos.

4. Aspectos emocionales: interviniendo de manera específica sobre componentes emocionales en los que el niño muestra bloqueos.


Desde Sendero Psicología trabajamos las dificultades de aprendizaje realizando una valoración integral en el inicio y estableciendo a partir de los datos recogidos un plan de tratamiento especializado e individualizado, promoviendo con ello una mejora sustancial que se haga visible a corto-medio plazo en el rendimiento académico y en la autonomía y el bienestar emocional del niño o de la niña.



Muchos de los niños, niñas y adolescentes que solicitan nuestra ayuda muestran ineficacia con respecto a los estudios. Expresan que pasan horas y horas frente a los libros, cuadernos, dispositivos electrónicos… pero que no consiguen terminar la tarea y deben de estar toda la tarde ocupados en el estudio.


Como ya sabemos, el estudio en casa es importante, pero no debe de ocupar el tiempo de juego y descanso.


¿Cómo podemos fomentar su eficacia?

Con el desarrollo de la planificación, la organización, la memoria de trabajo y la autoevaluación. Estas habilidades pertenecen a las Funciones Ejecutivas. Este concepto neuropsicológico se refiere a las habilidades cognitivas que llevan a cabo la toma de decisiones para realizar la conducta más adecuada en situaciones poco habituales, de dificultad o que requieren estrategia.


Si queremos que los niños, niñas y adolescentes den una respuesta eficaz y adecuada frente a los problemas matemáticos, la exposición argumentada o se organicen para llegar preparados a los exámenes, practiquemos con ellos estos aspectos.




Cómo ayudar a desarrollar la planificación:

1. Servir de modelo a nuestros hijos o alumnas para establecer un calendario mensual en el que anotar los días importantes y las tareas a realizar. De un vistazo pueden conocer lo que ya han hecho y lo que le queda por hacer.

2. Reflexionar en voz alta sobre los ejercicios o tareas que requieren mayor tiempo de trabajo antes de comenzar la tarea y establecer un descanso entre ellos.

3. Proponer una estrategia cuando no sepan por dónde empezar y representarla en un papel con palabras o dibujos para que siga de forma autónoma las recomendaciones.




Cómo ayudar a desarrollar la organización:

1. Establecer rutinas de trabajo y descanso, conociendo la duración de cada uno de ellos para generar hábito de estudio.

2. Establecer junto a ellos la secuencia que se debe de llevar a cabo en un trabajo específico y anotadla para poder consultarla sin la supervisión o presencia del adulto. De esta manera toma consciencia de los pasos que ya ha cumplido y los que debe aún llevar a cabo.

3. Tener una carpeta o archivador donde guardar los documentos de cada asignatura diferenciada, para ser ágiles si necesitan consultarlo.


La planificación y organización en el estudio favorece la eficacia y mejora los resultados académicos, así como aumenta el tiempo de descanso y ocio de los niños que tanto necesitan para su adecuado desarrollo.

Ánimo con el reto.



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