top of page

Actualizado: 15 sept 2023


Por ejemplo, si el niño tiene hambre y llora, el cómo la figura de apego lea esta necesidad y si la satisface, va a influir en el estilo de apego.


El estilo de apego es importante porque es la manera en la que establecemos nuestras primeras relaciones, y nos enseña a saber qué esperar del mundo y de las personas. Por otro lado, nos ayuda a entender cuáles son nuestras necesidades y de dónde vienen. Sin embargo, a pesar de la influencia que tiene en nuestra forma de ver el mundo y vivir nuestras relaciones, no es condicionante, ya que también influyen nuestras experiencias y aprendizajes del día a día a lo largo de toda nuestra vida.


El estilo de apego se clasifica en función de unos ejes. Las clasificaciones son orientativas, puedes estar en diferentes puntos del eje pero hay una tendencia a uno de los estilos de apego.



ree

Apego seguro: son personas que tienden a sentirse bien consigo mismas y a aproximarse a los demás, ya que se sienten seguros en el contacto con los demás, pero no necesitan al otro para sentirse agusto consigo mismos. Las personas que tienden a desarrollar este estilo de apego, son personas que se han criado en un clima donde sus cuidadores han podido adaptarse a las necesidades que tenía de pequeño y le han permitido explorar el ambiente sabiendo que ellos están ahí si necesita volver a su lugar seguro. Son personas que se relacionan tanto consigo mismas como con los demás desde un lugar de seguridad, no experimentan altos niveles de preocupación o ansiedad porque han aprendido a regularse emocionalmente gracias a sus cuidadores. Esto implica que en situaciones de relación con el otro, tiendan a ser personas más asertivas, que defiendan sus intereses y no realicen lecturas de pensamiento del otro (por ejemplo, “seguro que ya no me quiere”, “me va a despedir del trabajo…”). Por otro lado, en los momentos en los que sientan miedo, enfado tristeza… van a ser más capaces de identificar y regular sus emociones sin verse desbordados por éstas, y atender a su necesidad y a la del otro.


Apego evitativo: son personas que se han criado en un clima en el que su cuidador no ha satisfecho sus necesidades o no se ha adaptado a lo que demandaban. Suelen ser personas que tienden a percibir las relaciones íntimas como un terreno peligroso y por ello tienden a evitarlas “es mejor estar solo” por desconfianza y miedo a que les hagan daño. Se centran en relaciones más frías, que requieran menos vinculación o compromiso. También tienden a evitar sentir sus emociones, ya también las perciben como peligrosas. Por otro lado, son personas que aparentemente se sienten bien consigo mismas porque son muy independientes y no necesitan de los demás para sentirse agusto. Sin embargo, es una seguridad superficial porque al evitar conectar con sus emociones, tampoco saben leer sus propias necesidades y en lugar de satisfacerlas utilizan otro tipo de herramientas que les impiden conectar con el malestar (drogas, distracciones…).


ree


Apego preocupado: personas que se han criado en un ambiente donde sus cuidadores le han transmitido que el mundo puede ser peligroso. Además, son personas cuyos cuidadores sabían leer y satisfacer sus necesidades de manera intermitente, por lo que el niño desarrolla un vínculo inseguro en el que no sabe si puede contar con la protección y seguridad de su cuidador o no. Suelen ser cuidadores que les resulta muy difícil dejar que su hijo explore el mundo y adquiera autonomía y aparecen comentarios como “ten cuidado”, “no mejor no vamos a probar eso por si acaso”, “ya lo hago yo por ti”. Suelen ser personas muy preocupadas y ansiosas, que se ven desbordadas por sus emociones y que se sienten inseguras consigo mismas y necesitan de los demás para sentirse bien, por lo que necesitan constantemente la aprobación del otro para sentir que hacen las cosas adecuadamente y para poder regularse. Esto hace que muchas veces desarrollen relaciones interpersonales demandantes, ya que en el momento en el que la otra persona no está, pierden su seguridad y valía, y por tanto, suelen desarrollar relaciones desde el miedo al abandono. Realizan comprobaciones constantes para eliminar la sensación de incertidumbre y para intentar lidiar con el miedo que sienten, y lecturas de pensamiento donde anticipan que la otra persona las va a abandonar.


ree


Apego desorganizado: se han criado en un ambiente negligente, de maltrato o donde la persona de apego no es estable en los cuidados del menor. Como indica el propio nombre del estilo de apego, son personas internamente muy desorganizadas y dañadas. Tienden a la preocupación y evitación y a buscar que desde fuera les organicen o regulen, ya que ellos mismos no son capaces de hacerlo y además sienten mucha inseguridad consigo mismas. A su vez tienden a ser contradictorios, porque cuando se encuentran en una relación íntima tienden a oscilar entre la angustia y la evitación.


ree


Si quieres saber más sobre los estilos de apego puedes ponerte en contacto con nosotros o accede a nuestras publicaciones en redes sobre el apego.


Actualizado: 15 sept 2023

Venimos de un momento de veraneo y descanso que para los niños y adultos supone mayor libertad de horarios, más flexibilidad, menos exigencias, menos orden, y más relajación, por eso en muchos casos la vuelta al colegio se vuelve algo estresante. Hoy hemos preparado este blog para que esta entrada sea de lo más agradable y fácil posible.


ree


La vuelta al colegio o escuelas en definitiva supone la vuelta a la rutina, mayor orden, planificación, cumplir con tiempos, esto se traduce en que se hace menos lo que uno quiere y más lo que uno debe, por tanto, es importante que en este proceso tengamos en cuenta que puede haber una mayor frustración y enfado al tener que renunciar a lo que uno quiere.


Para empezar, es importante comprender qué pueden estar sintiendo nuestros pequeños o pequeñas en estos días:

Por un lado, surgen, inseguridades y miedos, no saben quién será su nuevo profe, o si habrá cambio de compañeros, o si lo saben llevan meses desconectados de ellos y tienen dudas de cómo va a ser el reencuentro y si van a estar bien con ellos. Sienten timidez en un primer momento y realmente no se acuerdan de como de fáciles eran sus relaciones con esos amigos.



ree


Por otro lado, se sienten desconcertados y enfadados, si han estado tiempo en familia, ¿por qué ahora no pueden seguir?, con lo que les gusta estar con sus figuras de referencia jugando todo el día…


Pero lo cierto, es que la rutina les viene bien a ellos y a los adultos también. Ellos ante la rutina saben adaptar mejor su conducta, saben lo que toca y lo que se espera de ellos, y a nosotros los adultos nos ayuda también para tener menos conflictos en casa, porque al no tener tantos momentos de cambio hay menos momentos de conflicto una vez que se ha establecido la rutina. Por tanto, vamos a mirar la vuelta al cole como algo necesario y que nos ayuda a estar más tranquilos y más centrados evitando los pequeños conflictos del día a día.


Claves para ayudar a nuestros pequeños o pequeñas a llevar este proceso de la mejor forma posible:

1- Adelantarles a tener los horarios en casa lo más similares posibles a los del colegio para que no les suponga un esfuerzo extra despertarse en hora y hacerse con la rutina.

2- Acompañarles en su pereza de volver a la rutina, validarles su emoción de pereza es importante porque si ellos sienten que les entendemos lo ven como algo normal y la posibilidad de expresarlo les alivia mucho.

3- Irles preguntando qué les apetece más de volver al colegio, si tienen alguna duda de la profe o de los compañeros que sepan que tienen un espacio para poder compartir con vosotros todas las preocupaciones que puedan estar teniendo.


ree

4- Hablar de la timidez en el primer momento de contacto con el otro como algo que nos pasa a todos. El entrar y salir de las relaciones es una destreza que incluso de adultos hay que seguir trabajando, pues no es fácil.

5- Si existen rabietas a la hora de comenzar el día, validarlo siempre y naturalizarlo, al adulto también nos cuesta ponernos en marcha después de las vacaciones y pretendemos que los niños lo hagan sin ninguna barrera ni dificultad, ¡es un imposible! Se tiene que adaptar al cambio y le vamos a acompañar en esto

6- Tener un espacio para poder hablar de lo bien que habéis estado juntos durante las vacaciones y que el momento de separarse genera un poco de tristeza, pero cuando nos damos cuenta de que tanto unos como otros disfrutamos, viendo a compañeros y viendo como aprendemos cosas nuevas nos sentimos bien con nosotros mismos y esa tristeza pasa. Además es importante que sepan que a la vuelta del colegio o trabajo estaréis con ellos.

7- Para niños que lo pasan muy mal en la separación, os recomendamos que le deis un objeto vuestro que pueda llevar, tipo pulsera o colonia en alguna prenda y se le dice que cuando os echen de menos, pueden tocarlo u olerlo para sentiros todos más cerquita y les decís que vosotros también lo haréis desde vuestro trabajo.

8- De cara a poder enfrentar el hecho de que ya no van a poder hacer tanto lo que quieren y que se introduce más el debe en su rutina, lo que vamos a intentar es que cada día haya un rato exclusivo dedicado a hacer lo que el niño elija, a solas con la figura de referencia que elija. Cada día puede ser un miembro diferente, así os repartís y podéis disfrutar de ese momento todos. Estipular la hora y lo que vais a hacer, si hace falta hacer un horario.

9- Y, por último, intentar que las compras de uniforme, material y demás cosas necesarias para comenzar el curso, sea vivido como algo divertido y no como algo estresante.


¡¡Animo con la vuelta al cole!!es normal que cueste, pero con amor y comprensión todo se vuelve más fácil y menos conflictivo.

Actualizado: 15 sept 2023

Aquí os dejamos este fragmento del libro “Biografía del silencio”, un testimonio del primer año de experiencia meditativa de Pablo D´Ors y una verdadera motivación para comenzar y no claudicar en ello. Las vacaciones son una oportunidad fantástica para comenzar a introducir nuevos hábitos sin restricciones de tiempo:



ree


“Durante el primer año, estuve muy inquieto cuando me sentaba a meditar: me dolían las dorsales, el pecho, las piernas… A decir verdad, me dolía casi todo. Pronto me di cuenta, sin embargo, de que prácticamente no había un instante en que no me doliera alguna parte del cuerpo; era solo que cuando me sentaba a meditar me hacía consciente de ese dolor. Tomé entonces el hábito de formularme algunas preguntas tales como: ¿qué me duele?, ¿cómo me duele? Y, mientras me preguntaba esto e intentaba responderme, lo cierto era que el dolor desaparecía o, sencillamente, cambiaba de lugar. No tardé en extraer de esto una conclusión: la pura observación es transformadora; como diría SimoneWeil —a quien empecé a leer en aquella época—, no hay arma más eficaz que la atención. La inquietud mental, que fue lo que percibí justo después de las molestias físicas, no fue para mí una batalla menor o un obstáculo más soportable. Al contrario: un aburrimiento infinito me acechaba en muchas de mis sentadas, como empecé entonces a llamarlas. Me atormentaba quedar atrapado en alguna idea obsesiva, que no acertaba a erradicar; o en algún recuerdo desagradable, que persistía en presentarse precisamente durante la meditación. Yo respiraba armónicamente, pero mi mente era bombardeada con algún deseo incumplido, con la culpa ante alguno de mis múltiples fallos o con mis recurrentes miedos, que solían presentarse cada vez con nuevos disfraces. De todo esto huía yo con bastante torpeza: acortando los períodos de meditación, por ejemplo, o rascándome compulsivamente el cuello o la nariz —donde con frecuencia se concentraba un irritante picor—; también imaginando escenas que podrían haber sucedido —pues soy muy fantasioso—, componiendo frases para textos futuros —dado que soy escritor—, elaborando listas de tareas pendientes; recordando episodios de la jornada; ensoñando el día de mañana… ¿Debo continuar? Comprobé que quedarse en silencio con uno mismo es mucho más difícil de lo que, antes de intentarlo, había sospechado. No tardé en extraer de aquí una nueva conclusión: para mí resultaba casi insoportable estar conmigo mismo, motivo por el que escapaba permanentemente de mí. Este dictamen me llevó a la certeza de que, por amplios y rigurosos que hubieran sido los análisis que yo había hecho de mi conciencia durante mi década de formación universitaria, esa conciencia mía seguía siendo, después de todo, un territorio poco frecuentado. La sensación era la de quien revuelve en el lodo. Tenía que pasar algún tiempo hasta que el barrose fuera posando y el agua empezase a estar más clara. Pero soy voluntarioso, como ya he dicho y, con el paso de los meses, supe que cuando el agua se aclara, empieza a poblarse de plantas y peces. Supe también, con más tiempo y determinación aún, que esa flora y fauna interiores se enriquecen cuanto más se observan. Y ahora, cuando escribo este testimonio, estoy maravillado de cómo podía haber tanto fango donde ahora descubro una vida tan variada y exuberante.”


ree

Si has pensado en hacerlo, no lo dudes. Una vez que nos familiaricemos con la práctica podremos adaptarlo a nuestra rutina cuando comience el año escolar. Como dice Lao Tse: “Un camino de mil millas empieza con un gran paso”.

Post recientes
bottom of page