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¿Qué es el apego?


Por ejemplo, si el niño tiene hambre y llora, el cómo la figura de apego lea esta necesidad y si la satisface, va a influir en el estilo de apego.


El estilo de apego es importante porque es la manera en la que establecemos nuestras primeras relaciones, y nos enseña a saber qué esperar del mundo y de las personas. Por otro lado, nos ayuda a entender cuáles son nuestras necesidades y de dónde vienen. Sin embargo, a pesar de la influencia que tiene en nuestra forma de ver el mundo y vivir nuestras relaciones, no es condicionante, ya que también influyen nuestras experiencias y aprendizajes del día a día a lo largo de toda nuestra vida.


El estilo de apego se clasifica en función de unos ejes. Las clasificaciones son orientativas, puedes estar en diferentes puntos del eje pero hay una tendencia a uno de los estilos de apego.




Apego seguro: son personas que tienden a sentirse bien consigo mismas y a aproximarse a los demás, ya que se sienten seguros en el contacto con los demás, pero no necesitan al otro para sentirse agusto consigo mismos. Las personas que tienden a desarrollar este estilo de apego, son personas que se han criado en un clima donde sus cuidadores han podido adaptarse a las necesidades que tenía de pequeño y le han permitido explorar el ambiente sabiendo que ellos están ahí si necesita volver a su lugar seguro. Son personas que se relacionan tanto consigo mismas como con los demás desde un lugar de seguridad, no experimentan altos niveles de preocupación o ansiedad porque han aprendido a regularse emocionalmente gracias a sus cuidadores. Esto implica que en situaciones de relación con el otro, tiendan a ser personas más asertivas, que defiendan sus intereses y no realicen lecturas de pensamiento del otro (por ejemplo, “seguro que ya no me quiere”, “me va a despedir del trabajo…”). Por otro lado, en los momentos en los que sientan miedo, enfado tristeza… van a ser más capaces de identificar y regular sus emociones sin verse desbordados por éstas, y atender a su necesidad y a la del otro.


Apego evitativo: son personas que se han criado en un clima en el que su cuidador no ha satisfecho sus necesidades o no se ha adaptado a lo que demandaban. Suelen ser personas que tienden a percibir las relaciones íntimas como un terreno peligroso y por ello tienden a evitarlas “es mejor estar solo” por desconfianza y miedo a que les hagan daño. Se centran en relaciones más frías, que requieran menos vinculación o compromiso. También tienden a evitar sentir sus emociones, ya también las perciben como peligrosas. Por otro lado, son personas que aparentemente se sienten bien consigo mismas porque son muy independientes y no necesitan de los demás para sentirse agusto. Sin embargo, es una seguridad superficial porque al evitar conectar con sus emociones, tampoco saben leer sus propias necesidades y en lugar de satisfacerlas utilizan otro tipo de herramientas que les impiden conectar con el malestar (drogas, distracciones…).




Apego preocupado: personas que se han criado en un ambiente donde sus cuidadores le han transmitido que el mundo puede ser peligroso. Además, son personas cuyos cuidadores sabían leer y satisfacer sus necesidades de manera intermitente, por lo que el niño desarrolla un vínculo inseguro en el que no sabe si puede contar con la protección y seguridad de su cuidador o no. Suelen ser cuidadores que les resulta muy difícil dejar que su hijo explore el mundo y adquiera autonomía y aparecen comentarios como “ten cuidado”, “no mejor no vamos a probar eso por si acaso”, “ya lo hago yo por ti”. Suelen ser personas muy preocupadas y ansiosas, que se ven desbordadas por sus emociones y que se sienten inseguras consigo mismas y necesitan de los demás para sentirse bien, por lo que necesitan constantemente la aprobación del otro para sentir que hacen las cosas adecuadamente y para poder regularse. Esto hace que muchas veces desarrollen relaciones interpersonales demandantes, ya que en el momento en el que la otra persona no está, pierden su seguridad y valía, y por tanto, suelen desarrollar relaciones desde el miedo al abandono. Realizan comprobaciones constantes para eliminar la sensación de incertidumbre y para intentar lidiar con el miedo que sienten, y lecturas de pensamiento donde anticipan que la otra persona las va a abandonar.




Apego desorganizado: se han criado en un ambiente negligente, de maltrato o donde la persona de apego no es estable en los cuidados del menor. Como indica el propio nombre del estilo de apego, son personas internamente muy desorganizadas y dañadas. Tienden a la preocupación y evitación y a buscar que desde fuera les organicen o regulen, ya que ellos mismos no son capaces de hacerlo y además sienten mucha inseguridad consigo mismas. A su vez tienden a ser contradictorios, porque cuando se encuentran en una relación íntima tienden a oscilar entre la angustia y la evitación.




Si quieres saber más sobre los estilos de apego puedes ponerte en contacto con nosotros o accede a nuestras publicaciones en redes sobre el apego.


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