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La estimulación temprana

El desarrollo infantil hace referencia a un proceso activo y complejo que se conforma a través de la evolución biológica, psicológica y social del niño. Son en estos primeros años de vida en el que se desarrollarán las habilidades perceptivas, motoras, cognitivas, lingüísticas y sociales del niño que le permitirán interaccionar adecuadamente con el mundo que le rodea. Es por ello por lo que realizar una adecuada estimulación temprana durante los primeros meses de vida del bebé asentará las bases para adquirir futuros aprendizajes, fomentará un correcto desarrollo de las funciones cerebrales del bebé y favorecerá la maduración de las capacidades básicas del bebé como el lenguaje, la capacidad sensorial, motriz, cognitiva, social y emocional.




¿Qué es la estimulación temprana?


La estimulación temprana es el conjunto de actividades, métodos, estímulos y técnicas con base científica que se aplica a niños desde el embarazo hasta los seis años, con el fin de compensar o prevenir déficits en el neurodesarrollo y potenciar el desarrollo cognitivo, social y emocional del niño. Esta estimulación se inicia en el vientre materno, puesto que, será en estos primeros meses de vida en el que el bebé recibirá los primeros estímulos del mundo exterior. Estas primeras experiencias serán las que marquen su vida adulta, y, por tanto, es imprescindible realizar una adecuada estimulación tanto en el embarazo como tras el parto, para lograr un adecuado desarrollo de las capacidades, habilidades y destrezas del bebé.





¿Cómo se hace la estimulación temprana y para qué le sirve a mi bebé?


Existen diversidad de actividades y juegos que pueden utilizarse para la estimulación temprana. Mediante el juego se desarrollan las capacidades generales del niño, favoreciendo su crecimiento intelectual y emocional y proporcionándole salud física. Esta variedad de juegos utilizados en la estimulación temprana enriquece las experiencias tempranas del bebé, desarrollando su aprendizaje y consiguiendo el mayor número de conexiones neuronales, permitiendo que estos circuitos se regeneren y funcionen adecuadamente. Es lo que conocemos como plasticidad cerebral.


A lo largo de esta estimulación se irán aplicando ejercicios, técnicas y estímulos en función del desarrollo madurativo y etapa en la que se encuentre el bebé. En los primeros meses de vida estas actividades se dirigirán a reforzar el vínculo afectivo entre el cuidador y el bebé a través de masajes y estímulos sensoriales. Los meses siguientes se destinarán a actividades que favorezcan el desarrollo psicomotor (es decir, la motricidad gruesa y fina), la autonomía personal, la capacidad atencional, el desarrollo del lenguaje y la comunicación y las habilidades que le permitan relacionarse con el entorno.


En el transcurso de estos meses de aprendizaje será imprescindible respetar el ritmo natural de desarrollo, la predisposición e iniciativa del bebé a realizar las actividades y la independencia y autonomía de este, asegurando que la estimulación sea una experiencia positiva tanto para el bebé como para el cuidador, aplicada a través del juego y del compartir. Además, siempre se priorizará satisfacer las necesidades básicas del bebé (sueño, hambre, cambio de pañal…) antes de realizar ninguna de las actividades y siempre se consultará a un profesional en caso de detectar algún indicador de retraso en el desarrollo madurativo o adquisición de alguna destreza que le corresponda por edad.


Todas las acciones y técnicas implicadas un programa de estimulación temprana deben ir siempre planificadas, consensuadas y acompañadas por un profesional (psicólogo, pedagogo, médico, fisioterapeuta y logopeda)

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