La endometriosis y sus consecuencias psicológicas
La endometriosis es una dolencia poco conocida pero que en realidad sufren una gran cantidad de mujeres, en concreto 1 de cada 10 mujeres en edad fértil, lo que se traduce en 190 millones de mujeres a nivel mundial. Se trata de una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria, de la cual se desconoce su causa, y que se da cuando hay un crecimiento de tejido endometrial fuera del útero, normalmente en las trompas de Falopio, ovarios y cavidad abdominal. Este tejido actúa de la misma manera que el endometrio, sangra con cada menstruación e inicia un proceso inflamatorio que el cuerpo detecta como extraño e intenta eliminarlo. Todo esto deriva en diversos síntomas dolorosos y emocionales, llegando a ser incapacitante para algunas de las mujeres que lo padecen.
Entre las manifestaciones físicas más comunes encontramos dolor durante la menstruación, dolor pélvico, dolor durante las relaciones sexuales e infertilidad. Otros síntomas que también se dan son dolor abdominal o de espalda, dolor al orinar o defecar, diarrea y/o estreñimiento, náuseas y/o vómitos, dolores de cabeza o migraña, hinchazón, fatiga e infecciones frecuentes. Esta enfermedad afecta a la calidad de vida de las mujeres que lo padecen (ya sea por el impacto de los síntomas o de los tratamientos médicos y quirúrgicos) y a su funcionamiento psicológico y social.
Se relaciona con un amplio rango de síntomas psicológicos como preocupación, catastrofismo, estrés, baja autoestima o falta de percepción de control sobre el dolor, siendo los más comunes la ansiedad y la depresión. El retraso en el diagnóstico, que puede ser de hasta 8 años, y la normalización de los síntomas de dolor son algunas de las principales causas, generando limitaciones en la actividad cotidiana e impidiendo un afrontamiento activo de la enfermedad a través de conductas de salud positivas. También se ha encontrado que existen otros factores como la aceptación, el apoyo social y las conductas de autocuidado que influyen en la percepción de su propia enfermedad y ayudan a mejorar su calidad de vida tanto a nivel físico como mental.
La sexualidad también se ve muchas veces comprometida a causa de la presencia de dolor durante las relaciones sexuales, lo cual puede derivar a su vez en otras disfunciones sexuales. Esto dificulta el tener una vida sexual plena y, sumado a los casos de infertilidad, afecta tanto a la autoestima de la mujer como a las relaciones de pareja.
En algunos casos y en función de los síntomas, las mujeres con endometriosis pueden ver alterada su capacidad de trabajo y su habilidad personal para relacionarse con otras personas, viéndose afectadas sus relaciones sociales o su vida familiar. Suelen quejarse de que nadie comprende su dolor, lo cual puede generar en ellas sentimientos de frustración y rabia hacia otros, así como aislamiento social.
No existe una cura conocida para la endometriosis, por lo que su tratamiento habitual consiste en el control de síntomas a través de terapia hormonal, fármacos analgésicos y cirugía. Otras recomendaciones son llevar una dieta rica en alimentos antioxidantes y antiinflamatorios, ejercicio físico moderado, fisioterapia, practicar yoga, relajación o mindfulness.
En muchas ocasiones el tratamiento médico no es suficiente y la intervención psicológica puede beneficiar a este grupo de mujeres. Es muy recomendable buscar apoyo psicológico de manera complementaria cuando existen problemas de incapacidad, malestar emocional, fertilidad o problemas de pareja. Es fundamental que las mujeres que sufren endometriosis se sientan entendidas y acompañadas en cualquier momento del proceso de la enfermedad en el que se encuentren, con el objetivo de conseguir una mayor sensación de control sobre la enfermedad y un afrontamiento activo de ésta para lograr una mayor calidad de vida.
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